viernes, 7 de octubre de 2011

Con la bolsa de perico


hoy apenas salí del trabajo me fui al local de mi novio, allí espere a que el cerrara la tienda hasta que nos decidiéramos ir a la pequeña pero cómoda habitación de cualquier matadero de la ciudad Valenciana. Entre una entretenida conversación y unas botellas de cervezas nos pusimos cariñosos, el agarraba mi pelo, buscaba mi boca, intentaba tenerme de la forma mas sutil que un pudiera hacerlo… no sucedió nada, solo fue un momento que el alcohol propicio para mostrarnos nuestro “amor”. Llego la hora de partir para nuestra esperada y rica noche; recuerdo que la habitación que probaría mis destrezas era la numero 14, al entrar lo primero que vi fue una hermosa cama con pétalos de rosas rojas y blancas, mis ojos se llenaron de esas que se conoce comúnmente como lagrimas, mis brazos se entrelazaron con su cuello y boca justo con la de él, sentía que mi corazón latía cada vez mas rápido mientras él me llevaba a la cama cual matrimonio en su noche de boda.
Algo paro el momento perfecto de amor y locura que teníamos… solo pronuncio 5 palabras que en mi ser produjeron una especie de rechazo “compre una bolsa de perico”, algo a lo que yo no estaba acostumbrado pero que pude manejar de la mejor manera.
Al rato del incomodo e insatisfecho evento él me agarro de mis caderas y de un tirón me sentó a su lado, sus grandes y fuertes brazos acurrucaban mi cuerpo vació, mi mente no dejaba de pensar en esa entrada gloriosa y el comentario inapropiado que ocasiono cierto alejamiento. Para conquistar de nuevo mi  atención ordeno una cena que me devolvió la alegría con la que había entrado;  acabamos todo y el quiso refrescarse, al salir lo hice yo, estando ya en la cama nuestros dos cuerpos desnudos solo acabojidos con los vellos de cada uno, mis manos se deslizaban por todo su pecho, mis dedos recorriendo circularmente sus tetillas produciéndole a su cuerpo un estremecer que no se explicaba, su gran y desviado soldado guerrero suplicaba fuero comido por mi boca que anhelaba hacerlo…. Mi lengua recorría todo su glande, sus bolas, sus pelos, con la punta de mis dientes mordisqueaba ese cuero extra sensible, me pare rápidamente a buscar en mi bolso un caramelo de menta súper fuerte, al probar eso, sus manos se fueron directamente a mi cabeza empujándome hasta ya no dar mas.
De un solo movimiento se paro y agarro un lubricante que había al lado de la cama, exprimió la mitad del liquido que nos ayudaría a disfrutar todo el rato y decidido a penetrarme fue introduciendo aquello que a veces llamamos gloria, mi cuerpo anunciaba el llamado de dolor, un dolor de placer, un dolor que me inspiraba a seguir con es juego. Se postro sobre de mi, me pego contra el espejo, mi cuerpo caliente inhalaba ese frió de aquel vidrio que era testigo del acto brutal que teníamos, mi mirada se clavo a lo largo y ancho de todo su paquete, una vez mas mi cuerpo se retorcía de sentir su poderoso manubrio en mí, su sudor recorría su cuerpo y finalizaba en el mió, mis piernas abierta facilitaban su penetración, sus manos sostenían mi cabeza contra la cama y su tan esperada acabada nunca llego por sus 5 palabras. Me permitió a mí acabar de una manera que salteaba todo a su alrededor, esos escasos 2 minutos de liberación seminal ayudo a saciar mi sed carnal que tenia por su semen.

Con la bolsa de perico se acabo nuestra historia de amor.

Historia anónima pero la saque del diario de puta de: Alfonso Rivera 

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