Un viernes por la noche mi mente alucinaba con un hombre que había conocido de la manera mas ilógica y excitante posible, caminando por los pasillos de un centro comercial él fijo su mirada en mí, yo seguía ese juego que nos iría comprometiendo cada vez mas hasta, en una manera de escape fui al baño y justo saliendo me topé con esa hiena que en busca de placer haría cualquier cosa, intercambiamos números de telefotos y así comenzó una nueva historia sexual en mi vida.
Un tiempo después una cita agudizo nuestras ansias de tenernos el uno al otro, fuimos a un bingo de la famosa ciudad Caraqueña, entre juegos de azar y apuestas nosotros apostábamos dos relaciones llevadas a una posible muerte anunciada, mis ganas de tenerlo delataban mis miradas, sus ganas de tenerme se corría por todo su ser. Ya decididos a ir a completar nuestro juego abordamos el carro en busca de un lugar que nos acogiera de la mejor manera.
Imposible de olvidar que él escogió el primer hotel que yo visité en mi adolescencia, estacionando el vehiculo mi mente se nublaba por la nostalgia y la alegría de un momento pasado. Ya subiendo las escaleras para probar un nuevo mundo veo que viene saliendo una señora (la de limpieza) mi rostro y el de él tomaron un color ligeramente rojo; abriendo la puerta mis ojos se centraron en un inesperado tubo de acero, con música y luces al ritmo de la misma, que me permitiría demostrar otras destrezas que solo las sexuales. Me quite suavemente la ropa mientras él admirada mi cuerpo, la música era algo rápida así que mis movimientos también lo eran, él aun sentado en una especie de banco solo fabricado para el disfrute carnal seguía viendo mi cuerpo, saque mi teléfono y me dispuse a grabar el momento mágico de la noche, por otras circunstancia no pude continuar grabando, mi ropa ya tirada en el piso y él con su camisa abierta y estimulando su verga hacían que mis deseos fueran creciendo, corrí a la cama a esperarlo para una fabulosa noche; llegó justo a donde estaba, sus labios acercándose para un posible beso se desviaron a mi cuerpo, un buen beso negro y una buena mamada interrumpida por la llamada de su futuro esposo.
85 llamadas en total provocaron en mi una furia implacable, aunque mi cuerpo expresara otra cosa, mis pensamientos eran de arrechera. Abandonando el lugar, él en medio de su locura me lleva a su apartamento sin saber si su futuro esposo estaría esperándolo. Para nuestra felicidad el ser ya no estaba allá; pasamos muy callados, con solo las luces de los otros apartamentos pasamos sin prender las del lugar, me senté en un sillón mientras él buscaba una copa para mí. El alcohol alboroto nuestro deseo, tirándonos en el piso, rodando una mesa y acostándonos en una alfombra logramos tener aquella que no se logro en el hotel; sentado sobre él con todo su verga adentro de mi podía ver como su cara expresaba un momento único. En cuatro fue la mejor posición que pudimos probar, mi cara miraba atrás mientras su lengua bajaba por mi garganta, sus fuertes manos sostenían mis hombros y me inhabilitaban a pararme del cipoto que tenia adentro. Mi acabada fue genial y la de él sin palabras, jugaba con eso como si fuese miel.
Dos amantes en acción, uno amarrado y otro sin cadenas.
Historia anónima pero sacada del diario de puta de: José Villanueva
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